Si alguna vez ocurriera una guerra nuclear, las implicaciones serían apocalípticas. Los científicos llevan décadas advirtiendo que nuestro mundo se sumergiría en un período nunca visto por el hombre si algún líder político decide apretar el "botón rojo".
El humo de los incendios se elevará a la atmósfera y bloqueará el sol durante años. La oscuridad perpetua sumergirá al planeta en temperaturas bajo cero, seguidas de hambrunas provocadas por la imposibilidad de producir alimento. El congelamiento de los mares será catastrófico. Y más temprano que tarde, llegará la extinción de gran parte de la Humanidad.
Esta escalofriante escena parece sacada de una película apocalíptica, pero la realidad es que, a causa de la guerra de Rusia y Ucrania, nunca antes la Humanidad había estado tan cerca como ahora de ese escenario: es lo que los científicos denominan el "invierno nuclear", un período de oscuridad y muerte como pocas veces atestiguó el planeta Tierra provocado por una guerra nuclear.
Los científicos imaginan desde la Guerra Fría todos los escenarios posibles: si Rusia alguna vez comenzara, voluntaria o accidentalmente, una guerra nuclear con EEUU y la OTAN, la cantidad de explosiones nucleares involucradas en un intercambio completo podría arrojar tal cantidad de humo a la estratosfera que los humanos no volveríamos a ver el sol en mucho tiempo.
En uno de los más recientes estudios sobre el tema, Paul Ingram, investigador de riesgo global del Centro para el Estudio del Riesgo Existencial (CSER) de la Universidad de Cambridge, advirtió que el "invierno nuclear" podría ser una realidad muy pronto si continúan las amenazas por parte de Rusia contra Occidente, al que acusa de sostener el conflicto bélico en Ucrania.
Se producirían enormes incendios incontrolables en ciudades y bosques, lo que daría lugar a columnas de fuego, humo y hollín envolventes que formarían una gruesa banda de nubes negras que rodearían el hemisferio norte y bloquearían todo excepto un pequeño destello de la luz solar durante varios semanas.
Los científicos sentenciaron que la condiciones de oscuridad, heladas mortales y temperaturas bajo cero, combinadas con altas dosis de radiación de la lluvia radiactiva, interrumpirían la fotosíntesis de las plantas y, por lo tanto, podrían destruir gran parte de la vida vegetal y animal de la Tierra. El frío extremo, los altos niveles de radiación y la destrucción generalizada de las infraestructuras industriales, médicas y de transporte junto con los suministros de alimentos y los cultivos provocarían un número masivo de muertes por inanición, exposición y enfermedades.
El peor de los escenarios es "guerra nuclear total" que involucraría 4.400 armas de 100 kt según los límites del Tratado de Reducción de Ofensivas Estratégicas (SORT) de 2002, donde cada país puede desplegar hasta 2.200 ojivas estratégicas. Provocaría la muerte inmediata de como mínimo, entre 360 y 400 millones de muertes instantáneas. Más de 5.000 millones -casi el 65% de la población mundial actual- morirían al menos en los dos siguientes años bajo los efectos del feroz invierno nuclear.
Oscuridad: una nube de humo y cenizas que bloquearía el Sol durante años.
La expulsión de hollín en la estratosfera provocará cambios en la superficie de la Tierra, porque bloquearía gran parte del sol durante al menos una década. En tanto, la lluvia radiactiva contaminaría potencialmente cultivos y ganados, además de causar enfermedades por radiación y cáncer directamente. Más tarde, causaría mutaciones genéticas en plantas, animales y seres humanos, como sucedió en las inmediaciones de Chernobyl.
Por otra parte, las estimaciones más recientes indican que la desaparición de casi el 50% de la capa de ozono daría como resultado varios años de luz ultravioleta (UV) extremadamente alta -superior a 35- en la superficie, lo que a partir del tercer año después de la guerra, y durante cuatro años, aumentaría la posibilidad de desarrollar cáncer de piel, quemaduras, fotoenvejecimiento y cataratas en humanos.
Frío: una mortífera "Pequeña Edad de Hielo" llegará con temperaturas extremas
La oscuridad causada por la nube de polvo y ceniza será suficiente para enfriar todo el planeta en aproximadamente 1,25 grados Celsius, lo que tendrá efectos letales en la producción de alimentos. La mencionada investigación dijo que las temperaturas se reducirían durante más de 25 años y que las "heladas asesinas" reducirían las temporadas de siembra entre 10 y 40 días por año durante 5 años.
El análisis muestra que las temperaturas de todos los océanos caerán rápidamente y no volverían a su estado anterior a la guerra, incluso después de que se disipe el humo.
"En el escenario más grande de EEUU y Rusia (150 Tg), es probable que la recuperación del océano sea del orden de décadas en la superficie y cientos de años en profundidad, mientras que los cambios en el hielo marino del Ártico probablemente duren miles de años"
Coincidieron con sus pares al advertir que el invierno nuclear provocará la expansión del hielo marino en áreas costeras pobladas y la "aniquilación de la vida marina oceánica". "En todos los escenarios, el océano se enfría rápidamente pero no vuelve al estado anterior a la guerra cuando se disipa el humo", advirtieron. "Los ecosistemas marinos se verían muy perturbados tanto por la perturbación inicial como por el nuevo estado del océano".
El colapso total del sistema alimentario global
La mayoría de los estudios científicos que existen sobre el invierno nuclear anticipan que años después de cualquier guerra mundial, pequeña o grande, la hambruna por sí sola podría ser más de 10 veces más mortal que cientos de explosiones de bombas involucradas en la contienda.
Una investigación publicada en agosto de 2022, basada en simulaciones por computadora y dirigida por científicos climáticos de la Universidad de Rutgers, predijo que más de 5.000 millones de personas morirían de hambre como efecto de una guerra a gran escala.
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