Las autoridades de Indonesia temen que al menos la mitad de las 303 personas desaparecidas tras el tsunami que golpeó las islas Mentawai, frente a Sumatra, hayan muerto, por lo que el número total de víctimas mortales se aproximará a las 600.
"Seguimos teniendo esperanza, pero asumimos que la mitad están muertos o nunca serán encontrados", aseguró hoy a Efe el jefe de operaciones de la Agencia Nacional de Gestión de Desastres en Sumatra Occidental, Ade Edward.
El funcionario explicó que, de las 303 personas de las que no se sabe nada desde el sísmo del pasado lunes por la noche, entre 100 y 150 probablemente sigan vivos y se hayan refugiado en zonas altas por temor a que se produzca otra ola gigante.
"Otras víctimas mortales pueden estar ocultas bajo los escombros y el lodo. Es difícil que muchas hayan sido arrastradas mar adentro porque están atrapadas por los árboles caídos", añadió.
Por el momento, hay 408 muertos confirmados, otros 412 heridos y cerca de 13.000 refugiados, además de los 303 desaparecidos, según el último balance oficial.
Edward señaló que en las últimas horas se han sumado a las tareas de rescate y distribución de asistencia unos 500 miembros de las fuerzas de seguridad, apoyados por una fragata de la Armada y cinco helicópteros, esenciales para moverse por un archipiélago que se ha hundido un metro bajo las aguas y únicamente los pesqueros de menor calado pueden atracar en las playas.
Las autoridades y las agencias de ayuda humanitaria coinciden en que el transporte es el mayor obstáculo al que se enfrenta ahora la operación de emergencia en las Mentawai, que se coordina desde un hospital de campaña en la ciudad de Sisakap.
Allí se atiende a los heridos y se distribuye comida, agua potable, tiendas de campaña y otros artículos básicos hacia la isla de Pagai, cuya mitad sur padeció el impacto más severo del tsunami desencadenado por un seísmo de 7,5 grados de magnitud en la escala Richter.
Pero el pequeño muelle de Sisakap no da abasto para recibir a todos los barcos que zarpan desde Padang, a medio día de viaje en transbordador y en cuyo embarcadero se amontonan contenedores llenos de ayuda para los damnificados en la "zona cero".
Cada vez más ONG locales y extranjeras se quejan de que tanto el Gobierno de Indonesia como las autoridades de Sumatra Occidental se pierden en el papeleo y no agilizan la distribución del material a las víctimas, algunas de las cuales siguen durmiendo a la intemperie cuatro días después del maremoto.
También lamentan que el presidente indonesio, Susilo Bambang Yudhoyono, esperase hasta ayer para visitar el área afectada y pedir a Naciones Unidas que enviara a un equipo a evaluar los daños sobre el terreno.
El Gobierno de Yakarta insiste en que no está poniendo trabas y que da la bienvenida a todas las organizaciones internacionales, siempre que informen de sus planes y no "vayan por su cuenta" para que no haya solapamiento, puntualizó Edward.
Por su parte, quienes ya han recorrido la zona del desastre insisten en que hay que dar prioridad a las comunicaciones y a la distribución de combustible.
La compañía de telecomunicaciones Telkomsel informó de que ha restablecido el servicio de telefonía móvil en partes de Pagai, donde los caminos siguen inundados.
Pese a las dificultades, las autoridades son optimistas y piensan ya en la fase de reconstrucción.
Un representante del Ministerio de Bosques anunció que se permitirá talar las selvas protegidas de Mentawai siempre que la madera no se exporte y vaya destinada exclusivamente a las nuevas casas de los supervivientes.
El mayor archipiélago del mundo se asienta sobre el "Anillo de Fuego del Pacífico", una zona de actividad sísmica y volcánica tan intensa que Indonesia sufre ahora dos desastres naturales a la vez con la erupción del volcán Merapi, que ya ha causado 34 muertos en la isla de Java.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta éste artículo