Cinco islas de arrecife de Islas Salomón han quedado hundidas por las aguas en las últimas décadas debido al aumento del nivel del mar y otras seis están gravemente erosionadas, según un estudio liderado por Simon Albert, investigador de la Universidad de Queensland (Australia).
Las islas desparecidas son Zollies, Kakatina, Rehana, Rapita y Kale. Ésta última, la más grande de las cinco, ha perdido la totalidad de su superficie de 48.890 metros cuadrados sobre el nivel del mar desde el inicio del estudio. En 2011 Kale solo contaba con 509 metros cuadrados de superfice.
El estudio, publicado en la revista «Environmental Research Letters», analiza imágenes aéreas y de satélite de 33 islas entre 1947 y 2014 y concluye que cinco islas de arrecife con vegetación de hasta cinco hectáreas, en ocasiones utilizadas por pescadores e inhabitadas, han desaparecido durante ese periodo y otras seis sufren severas recesiones costeras.
Los investigadores hallaron que los mayores niveles de recesión de la costa se producen en las zonas expuestas a las olas altas, lo que indica una «interacción sinérgica» entre la subida del nivel del mar y las olas. «La recesión de la costa en dos lugares ha destruido pueblos que han existido desde al menos 1935, lo que ha dado lugar a la reubicación de comunidades», apunta el estudio.
Islas Salomón es un país situado en el Pacífico occidental compuesto por más de 1.000 islas predominantemente volcánicas, muchas de las cuales superan los 500 metros de altitud. Cuenta con 560.000 habitantes a lo largo de 28.000 kilómetros cuadrados. A pesar de esta baja densidad de población, la mayoría de los asentamientos humanos se encuentra en las zonas costeras más bajas.
La tasa de aumento del nivel del mar en las Islas Salomón es de las más altas en todo el planeta durante las dos últimas décadas, con un promedio de tres milímetros por año desde 1950 y siete milímetros al año desde 1994.
«La comprensión de la magnitud y la velocidad de los cambios costeros recientes en las islas del Pacífico occidental es un paso importante para ayudar a estas comunidades vulnerables a adaptarse al ritmo sin precedentes de aumento del nivel del mar y a los cambios climáticos asociados (por ejemplo, los vientos y las olas) que se esperan durante el próximo siglo», apunta el estudio.